Refugio de Paz

“Y he estado presente en toda la tierra: y en cada pueblo, y en cada nación he tenido el gobierno principal: Y con mi poder he pisoteado bajo mis pies los corazones de todos, tanto altos como bajos: y en todo esto busqué descanso, y habitaré en la herencia del Señor. Entonces el creador de todas las cosas me mandó, y me dijo: y el que me hizo, descansó en mi tabernáculo.” (Sirácides 24:9-12)

Este pasaje nos revela varias verdades sobre la naturaleza de la Sabiduría divina. En primer lugar, nos muestra que la Sabiduría de Dios no está limitada a un lugar o a un pueblo en particular. Está presente en toda la tierra, gobernando y guiando a todas las naciones y a todos los pueblos. La Sabiduría de Dios es universal y accesible para todos aquellos que la buscan con corazón sincero.

La Sabiduría de Dios tiene el poder de influir en los corazones de todos, tanto de los poderosos como de los humildes. La imagen de “pisotear bajo mis pies los corazones de todos” no debe entenderse como un acto de opresión, sino como una metáfora de cómo la Sabiduría divina puede transformar y guiar los corazones humanos hacia la verdad y la justicia.

La Sabiduría busca descanso y encuentra su morada en la herencia del Señor. Esto nos lleva a reflexionar sobre la importancia de buscar la paz y la tranquilidad en nuestra relación con Yahweh. En medio de las turbulencias y desafíos de la vida, debemos recordar que el verdadero descanso se encuentra en la comunión con el Señor y en vivir de acuerdo con su voluntad.

“El creador de todas las cosas me mandó, y me dijo: y el que me hizo, descansó en mi tabernáculo.” Aquí vemos que la Sabiduría es un don divino, enviado por el Creador para habitar entre nosotros. La imagen del tabernáculo nos recuerda la presencia constante de Dios en medio de su pueblo, guiándonos y protegiéndonos.

Pidamos a Dios que nos conceda la Sabiduría necesaria para discernir su voluntad en nuestras vidas. Que busquemos siempre su presencia y su guía, sabiendo que en Él encontramos el verdadero descanso y la paz.

Padre Jonatán