Comunicado Concerniente a la Devoción de la Divina Misericordia dentro de la Asamblea de los Fieles

A los Clérigos y Fieles de Nuestra Jurisdicción:

Es necesario que reafirme nuestras palabras anteriores respecto a las prácticas asociadas con la llamada devoción de la Divina Misericordia. Habiendo considerado este asunto con cuidadoso discernimiento teológico y pastoral, y habiéndolo sopesado a la luz de la constante tradición de la Santa Iglesia, consideramos necesario emitir la presente directiva con el fin de mantener la claridad doctrinal y la integridad litúrgica dentro de nuestra comunidad.

La devoción de la Divina Misericordia, aunque ampliamente difundida en ciertos sectores de la Iglesia Romana, se origina en revelaciones privadas que permanecen fuera del depósito de la fe que obliga a todos los fieles. Su imaginería y el rosario asociado —junto con ciertas expresiones teológicas contenidas en ella— han sido, desde hace tiempo, objeto de prudente preocupación entre muchos de los más fieles hijos de la Iglesia Católica Romana. Se ha observado que el espíritu y la presentación de esta devoción corren el riesgo de disminuir la comprensión más plena y teológicamente completa del amor y la reparación de Nuestro Señor, tal como se revelan en Su Sacratísimo Corazón.

En consecuencia, disponemos que la devoción de la Divina Misericordia, su rosario y su imagen asociada no sean utilizados, expuestos ni recitados dentro de la asamblea de los fieles, ya sea en oración pública o semipública, en la iglesia, capilla o en cualquier lugar dedicado a los ritos sagrados. La introducción de tales prácticas tiende a fomentar una confusión devocional que no resulta edificante ni consonante con el espíritu de la piedad tradicional.

En su lugar, se exhorta encarecidamente a todos a fomentar una renovada devoción al Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo, que permanece como la expresión suprema de la misericordia divina correctamente entendida, fundamentada en las Sagradas Escrituras, atestiguada por siglos de observancia litúrgica aprobada, y enriquecida con abundantes indulgencias concedidas por sucesivos pontífices y patriarcas. La devoción al Sagrado Corazón une la contrición con la reparación, la misericordia con la justicia y el amor con la obediencia—virtudes que constituyen el verdadero corazón de la santidad cristiana.

Ha de entenderse que esta directiva no se emite con espíritu de condena, sino de cuidado pastoral, a fin de que todos puedan caminar a la luz de las seguras y venerables tradiciones de la Iglesia.

Que el Sacratísimo Corazón de Jesús, encendido en amor por toda la humanidad, fortalezca nuestra fidelidad, purifique nuestras intenciones y nos preserve en la unidad de la verdadera fe y del culto auténtico.

Dado bajo mi mano y sello en Nashville, Tennessee, el día 8 de octubre del Año del Señor 2025.

+ Mar Mattai